Etcétera (So Forth en
inglés) de 1996 constituye el testamento poético de Joseph Brodsky (más
correctamente transcrito del ruso como Iosif Brodski). Había nacido en
Leningrado en 1940 en una familia de origen judío. Expulsado de la Unión
Soviética, gracias a la ayuda de Auden llegaría a Estados Unidos en 1972, donde
se estableció, adquiriendo la nacionalidad norteamericana. Escribió en ruso y
en inglés, aunque su poesía, escrita en su mayoría originalmente en ruso, tuviera
que ser traducida por él o por otros (de hecho, reconocía que era poeta en ruso
y ensayista en inglés).
La obra poética en ruso es
extensísima, pero los libros más conocidos en inglés fueron Elegie to John Donne, Velka Elegie, A Part of Speech, To Urania
o el póstumo So Forth. Además publicó
libros en prosa: teatro, conversaciones y ensayo, género en el que cabe
destacar Less Than One. Su obra fue
galardonada, además de con el premio Nobel (1987), con otras distinciones de la
máxima relevancia en Estados Unidos, y ejerció como profesor en varias
universidades. Muere en Nueva York a principios de 1996.
Etcétera representa ocho años de trabajo de autotraducción, aunque
también haya una buena parte escrita directamente en inglés. Algunos críticos han
considerado el libro como desigual: al lado de poemas magníficos habría otros
de menos valor poético (incluso, verdaderamente flojos), señalando la
irregularidad de la obra. El hecho de haberse publicado póstumamente llevaría a
pensar que el libro carecería de una revisión definitiva, pero del largo
periodo de escritura no puede deducirse que no estuviera trabajado lo suficiente:
simplemente en un extenso poemario siempre habrá unos poemas más logrados que
otros.
Los temas habituales de Brodsky
–la ironía, el encuentro con la naturaleza, la reflexión sobre la condición
humana, la muerte y el sentido de la existencia, el cansancio vital, la
memoria, las raíces y la pérdida de las mismas, el simultáneo desprecio y
ternura por el mundo –se hallan presentes en este volumen.
Así la ironía, una de sus herramientas
poéticas, la usa ya desde el inicio. En Infinitivo
se dirige a sus actuales compatriotas como: “Queridos salvajes, aunque nunca he
dominado vuestro idioma libre de pronombres y gerundios…”; y además el poema le
sirve para realizar unas disquisiciones sobre la lengua: “Las islas son
enemigos crueles / de los tiempos verbales, salvo del presente. Y los
naufragios no son sino escapadas desde la gramática / a la pura causalidad.”
Ese tono transita también por poemas como Transatlántico:
“Los últimos veinte años fueron buenos para prácticamente todo el mundo / salvo
los muertos”; o “Quizá el mismo Todopoderoso se ha hecho un poco burgués / y
utiliza una tarjeta de crédito.” Y crítica mordaz alberga un poema como Canto de bienvenida, en donde va dando
la bienvenida a toda suerte de actitudes, situaciones, aspectos de la
existencia, con burlonas afirmaciones: “El dinero es el quinto elemento de la
naturaleza”; “Los dígitos son el objetivo secreto de la democracia.”
La nostalgia de Brodsky es
también irónica. Acepta las paradojas del exilio, y sabe que no puede volver al
hogar perdido (“En principio, la vida / no es en sí misma más que una distancia
entre esto y aquello”). Esa ausencia sólo puede rescatarla mediante un acto de
representación, ya que “el espacio que parece no necesitar nada / anhela, en
realidad una mirada del exterior, / un criterio del vacío.” Y en la memoria
surgen lugares, ciudades, espacios recuperados. Así ocurre en poemas como Postal desde Lisboa, donde aceptará que
“los sueños impusieron su caos en la materia”; en Venecia: El Lido, donde representa una historia de marineros y
prostitución (“hacen crujir los billetes sucios, previendo el momento de la
paga”); o en Vista desde la colina,
poema en el que se describen escenarios rurales.
El inexorable paso del tiempo y
la constatación amarga de la irrecuperable pérdida de lo ido está en Brise marine: “¿dónde, si no, salvo
quizá en una fotografía / permanecerás para siempre libre de arrugas, ágil, cáustica,
vivaz?” Y esa visión elegiaca, a la que se suma una irónica crueldad, es la que
plasma en el poema titulado precisamente Elegía:
“Cariño, al haber perdido tus encantos, vete a vivir a un pueblo. / Los espejos
allí ansían el moho, no el semblante de doncella”; “Cuando un día veas algunas
pinceladas descoloridas, cariño, / te verás a ti misma.”
El absurdo y la irrealidad de la
existencia se recogen en poemas como Retrato
de la tragedia en donde apela a la tragedia, para que así: “¡Escupamos a
nuestras almas hasta que encuentren una superficie, / y un después también!”;
o, le impreca: “Abre de golpe las puertas de tu pocilga.” La falta de sentido
de muchas acciones de los hombres, como la de la guerra, está también en varios
poemas, entre ellos Capadocia. Mientras
que el ejército de Mitrídates, rey del Ponto, y las legiones de Sila se
aprestan a la batalla, se viene a constatar que esa Capadocia por la que
batallan es una entelequia, un vacío sin significado, y sólo los muertos le
encontrarán el sentido: “los caídos se llevan al otro mundo su trofeo: los
rasgos de una Capadocia de nadie.” Denuncia en otros poemas esa violencia, tan
cruel como inútil y gratuita, y reivindica a las víctimas, las únicas dignas de
piedad: “Lamentaos por los masacrados…” (Kolo).
En el vertedero municipal de Nantucket se inspira en una fotografía
de Stephen White (que sirve de ilustración para la cubierta de la edición
americana del libro). Describe a unas gaviotas que rebuscan entre las hojas
sueltas de un libro en un basurero. El poeta ve en esa imagen la oscuridad que
se está acabando, señala cómo de lo fenecido surgirá lo que se está formando; el
mundo se vuelve escritura: “El imprudente alfabeto primordial… / constituye un
prólogo / a la anarquía del deshecho; / en el principio hubo un chillido.” En
esta interpretación alegórica el poema es un proceso, una articulación aún no
concluida, paralela a la que se opera en el mundo.
Y hay instrumentos para
desentrañar la realidad, aunque sean de frialdad científica (y aquí opera, de
nuevo, la ironía) como en Himno: “El
barómetro debería ser nuestro único icono, puesto que la precisión del mercurio
/ es superior a la de la memoria” (No le importa acudir a símbolos como el
anemómetro u otros instrumentos de medición).El libro, a pesar de poemas más o
menos prolijos, excesivos, demasiado cargados de narración (Vertumnus, Fin de siècle, Advertencia)
es una propuesta sobre la escritura como descubrimiento y construcción del
mundo, de cómo la sintaxis estructura el tiempo y el espacio, de tal suerte que
es el espacio mismo quien “se dirige hacia el tiempo puro.” Y es que en la
poesía, que para Brodsky no era mero entretenimiento sino una iluminación (un
faro en nuestra evolución antropológica), habita un sustrato de unidad –que no
uniformidad– que permite la elucidación del mundo y del hombre.
© Copyright Rafael González Serrano
Me ha gustado este artículo. No conocía nada de la obra de Brodsky... y a pesar de sus posibles creaciones fallidas, indagaré en ese Etcétera... seguro que algo se aprende... Gracias y saludos.
ResponderEliminarGracias a ti, José Manuel, y me alegro de que mi artículo te haya servido para conocer la existencia d Brodsky. Un saludo.
EliminarComparto. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, María José, por seguir tan fiel a mis entradas. Sigue tú también con El mirador de las estrellas. Un saludo.
EliminarCertero acercamiento a tan entrañable poeta.
ResponderEliminarSaludos.
Me agrada que consideres la entrada como acertada; es lo que siempre intento (y desearía conseguir). Un saludo.
EliminarBuenas tardes,
ResponderEliminarcomo siempre muy interesante,
gracias por la información,
un saludo
Gracias de nuevo, Mª Teresa, por interesarte en mis entradas y ser tan bien acogidas. Un saludo.
EliminarMe gusta venir porque la información que publicas es muy interesante. Enhorabuena.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Gracias por tu visita frecuente. Espero que tú también sigas con El blog de fus. Otro abrazo para ti.
EliminarRafael... gracias por la invitación a tan interesante nota.
ResponderEliminarSaludos desde Argentina
Gracias a ti, Doris, por leer mis entradas. Un cordial saludo.
EliminarEs el tiempo que me traga y no puedo venir más seguido ... exquisita iluminación del espíritu es cada una de tus entradas. Gracias por la cercanía que logras entre tus lectores . Un placer conocer el talento tan diverso de escritores. Gracias Rafael. Saludos desde México.
ResponderEliminarGracias, Leticia, por tus afectuosas palabras: No importa la periodicidad de tu visita a las entradas sino que estas te puedan aportar algo; sigue también con tu estupenda labor en tu blog Palabras y tiempo. Otro saludo para tí.
Eliminar"Vertuumnus" y "Advertencia" me agradan mucho, cuestión de gustos, supongo. Lo mismo "Retrato de la tragedia" y "Capadocia". En lo personal, me cala el lado más narrativo de la poesía de Brodsky. Excelente blog, gracias.
ResponderEliminar