Antología de poemas

    Ruinas alzadas
 
Cuando el mundo, cansado
de girar en la elíptica
que lo ata a la eternidad,
nos señale como fieles
a su estirpe, aún quedará
en algún lugar un sueño
encendido que nos guíe.
Aunque se nos tenga por carne
fugaz vistiéndose las ruinas
que restan sin sustancia
tras las últimas enseñas
vencidas, surgirán todavía
recuerdos erguidos como torres
contra el fruto del olvido.
En estos instantes, cuando
cada minuto es esencial,
nos salvará una palabra
sin derrota, la misma que
de nuevo vuelva a celebrarnos.

De Mapa del laberinto (2011)


        Sed
 
La sed se desliza por
el fondo del lenguaje,
paisaje marino de signos;
trata de beber palabras
como corales y algas,
de chuparle a las sílabas
la savia del sentido.
Y la espuma del agua
deja una sensación
de gotas de vacío;
huye la frase a través
de océanos de letras.
Perlas significantes
mudan los renglones
en forzados sintagmas,
y el laberinto del habla
arde en balbuceos,
en lengua desarmada
y muda, vuelta sobre sí,
atenta a su propio silencio.

De Mapa del laberinto (2011)


   Buscadores del sabor
 
Fósiles de nubes y bosques de algas
nos reclamaban las lágrimas
vertidas en la orilla
de los días sin encuentro.
Sabremos que los mares sin olas
son más crueles, y hieren
con saña las abiertas heridas
cuando los mitos se derrumban,
pues hay dioses frágiles que
se rompen como copas, y otros
duros como diamantes que
fracturan el cristal de la dicha.
Pero hay aires de seda
revelando el secreto de los ríos
que fluyen por nuestros sueños,
y círculos de águilas
merodeando las hogueras
donde arden las falsas leyendas.
Por eso nunca conoceremos
el sentido de los actos instalados
en las células de la memoria;
como renegados de la palabra,
buscaremos la sal de las cosas.

De Mapa del laberinto (2011)


Teoría del espejo

Tú sostienes
que el espejo te imita,
que calca tus gestos,
que dibuja,
con más o menos acierto,
contornos de líneas conocidas,
que trata de representarte
en un escenario
de reflejos azóguicos,
que a tus muecas
responde con sus guiños,
que en la proximidad
del abrazo gemelo
sois casi simétricos,
que sólo en la sonrisa
y el milímetro
descubres su impostura.
Su teoría es distinta.
Él piensa
que se ha ido poco a poco
adueñando de ti,
que te ha absorbido,
que, caníbal de tu alma,
te digiere y te incorpora,
que te ofrece sólo
la máscara del engaño
para tu confusión.
Y te equivoca
con sus signos embusteros,
hasta hacerte dudar
de quién es el fingidor,
hasta conseguir
que tú no seas sino el otro.

De Insistir en la noche (2010)


Decisión de la luz

La luz decidirá qué nombres
dibujarán sus perfiles
y aquellos que restarán difuminados
al abrigo del olvido
impuesto por la noche en retirada.

La luz le robará con su mano
temblorosa, al archipiélago
de las sombras, su avaricia
de dudas y lamentos.

Esa luz marcará un calendario
de angustias en la espalda
abrumada de los hombres
que nunca creyeron en
la epifanía de los días sin mancha.

Por esa luz viviremos el apremio
de la aurora, la agonía de las horas
cómplices del fervor, en el reloj
que decide nuestra suerte.

De Insistir en la noche (2010)


Dolor de calle

Un dolor de calle extraviada
busca en las brumas de las páginas
de un manuscrito de recuerdos,
en los cruces de los adioses
nunca del todo conseguidos.

Un dolor que atraviesa las aceras
de los pasos en retirada
cuando las notas del alba
anuncian una claridad de cordura.

Un dolor de copas no bebidas
en brazos del calor espeso
de los bares no encontrados.

Un dolor de sonrisas embozadas
en las esquinas del desencuentro.

Un dolor de caricias agotadas.

Hay calles que duelen en el olvido
y otras en el recuerdo,
que semejan dardos disfrazados
de memoria vengadora
en un alarde de cruel duda.

Hay calles como mares bravíos
y otras como desiertos,
que son espadas afiladas
en el espejo del tiempo.

Hay calles por donde se deslizan
serpientes como pies helados
camino de consumar la traición.

Hay calles donde la lluvia
arrastra promesas abandonadas.

Hay un dolor de calle perdida.

De Insistir en la noche (2010)
      

              XXIV

Descubres en el ojo del abismo
una nube de trampas desatando
los miedos de la espera nocturna.
Lo incierto de la hora te aproxima
a la frontera de la luz, donde
desnudarse de raíces y cubrirse
con los trajes de la impostura.
Transitar escenarios donde engañarles
con sueños inventados en los días
carentes de sentido, tutelados por
la espada gélida del alma vacía.
Caminar por galerías de representaciones,
reconociéndose en cada espejo de sombras,
instigando a tus cofrades a descubrir
la ciega rueda de círculos que
ensalza los rostros del espectáculo.
Acabar embozado en la túnica
del disimulo, no queriendo reconocer
otro maestro que el artificio
ni otra virtud que la mentira, adorando
la certera imagen sin fe aprendida
en la lectura de un manual de fingimientos.

De Manual de fingimientos (2008)


                    X   

El texto delicado de tu piel
(superficie satinada de rosa inmortal)
incita a la lectura de sus signos:
deslizar suavemente el tacto de los ojos
por esa geografía del placer,
aventurarse en la abismal tersura
donde la belleza arribó un día
para restar allí encandilada
por el tibio calor del centro.
Todo allí es caricia y beso:
resulta imposible eludirlos;
debemos sucumbir ante el hechizo
de la forma, ante el perfume
exhalado por esos millones
de leves incitaciones a la seducción.
Mentira las palabras, el sentimiento,
la comunión, los principios y el espíritu;
todo es roce, sensación, temperatura,
color, aroma, agua, espuma...
y naufragar en las costas de tu cuerpo
(supremo templo erigido al fin,
huida en retirada la mendaz alma).
Etéreo como ala de mirada
fingiendo insinuaciones,
más sutil que la respiración
de la hierba o el canto del humo.
Así, habitado de vacío,
resuelto por fin en ligereza,
lejos ya el doloroso poso de razones.

Liviano como murmullo de mariposas,
como letanía de nubes;
desnudo de todo compromiso,
oficiando el goce insensato
del majestuoso cuerpo ingenuo.
Para al fin poder proclamar en
un susurro la deliciosa condición
divina de un cáliz superficial.


De Manual de fingimientos (2008)




Días de demoras recluidas
sin la más leve invitación al salto
Los perfumes vagaban, insensibles,
ignorantes de dueños, careciendo de un deseo
remoto que afilara sus flechas incitadoras
al más desenfrenado de los bailes rituales.
Instantes prolongándose amenazadores
más allá del dominio del tiempo.
Claroscuros verticales ilimitados
en su rictus de atrapar lo inasible,
de acercar lo que ni el más leve sonido
iniciara con su epifanía;
el murmullo de unos orígenes olvidados de sí,
carentes de toda virtualidad para encomendarse
a la eterna tarea de volver a empezar.
La lucha ya no es un mandato,
sólo el vago recuerdo del lugar
de las palabras carentes de sentido,
amontonadas inertes, desleídas
en el sutil éter de un recuerdo inencontrable
en ninguno de los fondos ubicuos
de la memoria anochecida.
En el lugar donde nunca ardieron
antorchas de lamentos, ni versos
con palabras de agua, ni luces
con parpadeo de ojos yermos de lágrimas,
no ha de haber decadencia ni fin.

De Presencias figuradas (2006)



Por estar contigo sería capaz
de renunciar a ti, o de dormir
en tu nombre un sueño sin aurora.
Tiraría por la ventana
planes, estrategias, asaltos;
también temblores, indicios, sospechas
y hasta un rencor ya en desuso.
Aceptaría lo indeseable:
que tus horas transcurriesen
por relojes de dueños precisos;
o que tus días se desgranasen
lentamente en el seno de la laxitud
provocada por confirmar
el contento de vivirte en ti.
Que la felicidad - inútil palabra -
te mintiera con guiño de luna
cada noche de imposible pudor;
que la alegría se fingiese en ti
cada mañana, no recordando lo que dejaste
de este lado inasible de la noche.
Conjuraría tus cifras, resumiría
en un signo tu inexistente misterio,
gozando en la caída sin sentido,
en este dudoso goteo de instantes.
Por estar contigo, sí,
sería capaz hasta de olvidarte.

De Presencias figuradas (2006)
 


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