Instalado en Pekín, comienza Victor Segalen la escritura de Estelas en 1910. Durante casi ocho meses
escribe diariamente una de esas “prosas cortas y duras” en donde volcaba “todo
lo que tenía que expresar”. En 1912 se publica en la capital china la primera
edición de Stéles, trescientos
ejemplares no dedicados a la venta. Un año después se publicaría en París la
edición definitiva, incrementando en seis poemas la edición original.
Según Segalen, las estelas eran, en principio, postes de madera
erigidos delante de palacios y templos para conocer la sombra del sol y amarrar
las bestias. Luego, los postes fueron sustituidos por lápidas de piedra
rectangulares. Durante la dinastía Han se las colocó en lugares prominentes de
palacios, templos, tumbas, caminos, puentes, y tenían inscripciones. Estas
aludían a las virtudes de un difunto, o hacían referencia a la victoria del
ejército imperial o de un general. También podían contener edictos, oraciones,
panegíricos, conmemoraciones. Se originó un arte de erigir, esculpir y adornar
estelas.
En Estelas, crea Segalen un
estilo donde mezcla poesía con pintura, pues las formas de los ideogramas
obedecen a un tradicional arte pictórico. La estructura de la obra ordena los
sesenta y cuatro poemas según las cinco direcciones de la tradición china:
este, sur, oeste, norte y centro, rompiendo la continuidad la introducción de
un grupo de nueve poemas denominado Estelas
al borde del camino. Debajo de cada título, y a la derecha, aparecen unos
ideogramas chinos que son como una clave que conduce a la comprensión de ese
texto.
Las Estelas de cara al Mediodía,
solían contener tradicionalmente edictos, decretos, nombramientos, homenajes
del Soberano, elogios de una doctrina, confesiones del Emperador a su pueblo…
En Sin marca de reino escribe.
“Consagro mi alegría y mi vida y mi piedad a denunciar reinos sin edad,
dinastías sin advenimientos, nombres sin personas, personas sin nombre… Sino de
esa era única, sin principio y sin fin, de los caracteres indescifrables, que
todo hombre se instaura en sí mismo.” Lo simbólico se presenta en los himnos
dedicados a Los Lagos, El Abismo, Las Nubes
(firmamento, profundidad, designios). En El honor de un sabio solitario, se afirma que “por ser sabio, jamás
me he ocupado de los hombres.” El Aquí, es el centro del mundo, donde todo se
ordena bajo el influjo clarificador del Cielo; el Allá es Occidente, confuso,
inesperado, sede de los deseos tornadizos.
Si hay una contraposición entre Oriente y Occidente, esta se
manifiesta en el poema A los diez mil
años, donde en tono admonitorio aconseja a los hijos de Han, no hacer lo
que hacen “estos bárbaros [los occidentales] que descartando la madera, el
ladrillo y la tierra, edifican en roca a fin de edificar para la eternidad.” No
saben que “ninguna cosa inmóvil escapa a los dientes hambrientos de las
edades.” Concluye: “lo inmutable no habita en vuestros muros sino en vosotros,
hombres lentos.” Añade el verso terrible y definitivo: “Si el tiempo no ataca a
la obra, muerde al obrero.” Por eso hay que alimentar el Tiempo, dice Segalen.
Hay que saciarlo con maderas pintadas, edificar en arena que ceda, construir
con arcilla húmeda, levantar techos que se derrumben…
Las Estelas de cara al Norte
señalan el polo de la oscuridad virtuosa, el valor de la amistad. Así en Espejos, si el Consejero se debe mirar
en el espejo de la Historia, para en su reflejo ordenar su conducta, él sólo
tiene el rostro del amigo cotidiano: “su rostro me hace saber mi virtud
presente”. En estos poemas canta a la amistad, o a ésta traicionada (“no he
cumplido”) como en Jade falso. Al
amigo le propondrá que escuche más profundamente, a donde no pueden llegar ni
padre ni príncipe ni amante.
Estelas de cara al Oriente
versan sobre el amor, y están orientadas a ese punto a fin de que la aurora
embellezca sus más dulces trazos. A la amante “para complacerla le someteré mi
alma.” Aunque también considera el engaño, y duda de si la mentira reflejada en
unos ojos viene “¿De sus ojos? ¿De los míos?” En Me dicen, rechaza con humor los augurios negativos sobre el
desposorio. También la pérdida es posible. “Mi amante tiene las virtudes del
agua, es mi agua viva, pero se desliza, huye de mí”, mas cuando pretende
contenerla en sus manos como una copa y beberla, “sólo trago un puñado de
lodo.” El elogio, no obstante, es para la muchacha que está dispuesta a beber
del vaso de los esponsales.
Las Estelas de cara al Occidente,
son las de carácter sangriento, las guerreras y las heroicas. En Escrito con sangre, unos asediados,
extenuados, desean convertirse en demonios por ansia de devorar a los enemigos.
Con la punta del sable es un homenaje
a los mongoles, guerreros duros y crueles. Juramento
salvaje es un reto definitivo al enemigo; incluso plasma la ceremonia de la
lucha y el ritual del combate singular.
Rompiendo con la continuidad de los puntos cardinales chinos,
introduce unas Estelas al borde del
camino, que seguirán la gesta de la calzada, ofreciéndose a caminantes,
arrieros, monjes mendigos, mercaderes…Los Consejos
al buen viajero son para que, sin pausa ni traspiés, sin méritos ni penas,
llegue “no al pantano de las alegrías inmortales… sino a los remolinos
embriagadores del gran río Diversidad”. Alaba tanto al jade como a la tabla
(piedra escondida) o la tierra amarilla; y canta la dificultad para franquear
el Paso.
Estelas de cara al Centro es
el último grupo de poemas. Designan el lugar por excelencia, el centro.
Proponen unos signos que son los decretos de un imperio muy singular: el del
interior. En Perder el Mediodía cotidiano,
escribe: ”por un dédalo reversible perder al fin el cuádruple sentido de los
Puntos del Cielo”, para olvidar a padres, amigos, familiares, mujeres, y así
“todo confundirlo”, “para alcanzar al otro, centro y Medio, que soy yo.” Y al
demonio interior, puesto que no ha podido ahuyentarlo ni odiarlo, entregarle
“mis honores secretos.” O le pide a su Imperio íntimo que libere todos los
hermosos deseos de las cárceles arbitrarias “para que caigan las grandes
lluvias de la satisfacción.” Y en ese centro habita un Nombre oculto, que permanece velado ya que sólo “cuando el vacío se
halla en el corazón del subterráneo y en el subterráneo del corazón… se puede
encontrar el Nombre.”
El estilo de los poemas-estelas combina la claridad de determinadas
imágenes con el recurso de unos símbolos en ocasiones herméticos cuya raíz está
en la tradición cultural china. De este modo desfilan por los poemas, con toda
su carga alegórica, el Dragón, Imperio (o Emperador), Cielo, Montaña, Sabio,
Piedra, Lama, Solitario, Rueda, Cuatro Mares… El contenido es muy diverso:
epitafios, juramentos, reflexiones, lamentos, celebraciones, cantos, consejos,
himnos (incluso sangrientos, como el dedicado a los guerreros mongoles: “toda
ciudad que se pueda quemar con sus muros y sus templos, nosotros la hemos
quemado”). El tono va desde lo reflexivo o sentencioso a lo lírico, utilizando
en algún pasaje el humor o la experiencia cotidiana; no deja, en
ocasiones, de considerar los sinsabores y
amarguras de la existencia, aunque intentando descifrar lo oculto en el
interior más secreto, en ese centro íntimo. La diversidad del contenido puede
invitar a una lectura discontinua, a saltos, como yendo en zigzag por un
laberinto de sentido.
© Copyright Rafael González Serrano
Los cinco elementos chinos están reflejados en el Feng Shui, es un lenguaje críptico donde las veinticuatro direcciones se dejan traspasar por el Shi (la energía). Llevar este lenguaje a la literatura es hilar sobre una carga simbólica vasta. Un saludo
ResponderEliminarGracias María José por esa matización sobre el simbolismo de los elementos chinos.
EliminarRafael, me encanta tu gusto en reivindicar poetas infrecuentes o raros. Adelante con esta decisión secretamente selecta en tu blog. Un saludo.
ResponderEliminarEn lo no masivo se puede encontrar aún valores, lejos de los fastos de la comercialidad y el espectáculo cultural. Gracias, una vez más, José María.
EliminarMuy interesante la historia de esas estelas o postes. Me apasiona todo lo relativo al simbolismo, especialmente el orientalGracias por hacerme descubrir este poeta.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Gracias a ti, Miquel, por leer la reseña de Estelas y me alegro de que te haya servido para descubrir a Segalen. Un saludo.
EliminarHe dado un paseo por este blog y ha sido muy interesante prometo entrar de vez en cuando. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias, Esperanza. Me alegra que te hayan interesado las entradas del blog. Un cordial saludo.
EliminarMe gusta tu blog porque haces un estudio de investigaciòn en cada una de tus entradas. Enhorabuena.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Procuro hacer un análisis que desentrañe el sentido del texto (otra cosa es lo que consiga). Gracias por tu generosa opinión. Otro abrazo para ti.
EliminarAl final siempre es positivo para el alma y las emociones descubrir a personas que tuvieron la capacidad y la sensibilidad de emocionarnos con lo que plasmaron, de manera tan bella, para nuestro deleite...
ResponderEliminarGracias por la reseña...
Y que lo que escribieron nos sirva para descubrir sentidos ocultos de la existencia y de todo lo que nos rodea. Muchas gracias a ti.
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