Al cruzar unas puertas tan
físicas como metafóricas aguarda lo desconocido, lo ignorado, si bien que pueda
ser lo íntimamente anhelado. De ahí que el autor de este poemario, Cruzar
puertas traseras, haya concebido todo un edificio simbólico donde las ventanas,
las alcobas, los pasillos, las escaleras, las puertas, etc. no son sino parte
de una escenografía. Aquella que presenta al alma aislada y en permanente deseo
de comunicación con el otro (una voz, un latido, un tacto, una mirada…), para
así alumbrar todo un continente de encuentros, posiblemente irrealizables.
Porque la aproximación y el
desencuentro se dan cita en nuestra cotidiana aventura de la vida, pues las
expectativas, los deseos, las intuiciones, los proyectos o, incluso, las
ilusiones (en el sentido de vanas esperanzas), nos constituyen. Sin embargo, en
ocasiones, no nos va a quedar otra solución que la fuga; no una huida fruto de
la derrota, sino una partida o viaje a la búsqueda de territorios desconocidos,
donde se pueda descubrir un lugar en el que asistir al ansiado encuentro.
La nocturnidad es consustancial a
la esencia del libro, pues es dentro de esa noche donde se enmarcan diversos
referentes; tanto físicos –como como pueden ser los reflejos en un charco de
agua, la mirada a través de un cristal, el sonido de unos pasos–, cuanto
espirituales: los íntimos anhelos de un alma tan alerta en la detección de
cualquier signo de identidad con lo ajeno, como presta a iniciar la empresa que
se le ofrece al cruzar unas puertas, reales y simbólicas, abiertas al hallazgo
de lo diferente.
De esta forma, a lo largo de las
distintas secciones del libro de Rafael
González Serrano –Ventanas entornadas,
Alcobas paralelas, Escaleras furtivas y Callejones traseros–, la voz del poeta, materializada
en los versos, ejercerá de guía para la
singladura por ese edificio que representa tanto lo físico como lo mental
y sensitivo del ser en su trato y proximidad o lejanía con lo otro; o para
atreverse a una empresa que suponga la búsqueda de ese otro; del que también se
podría quizá sospechar que estuviera habitando en uno mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario