lunes, 24 de octubre de 2016

Giorgio Bassani: Epitafio

Giorgio Bassani nace en Bolonia en 1916. Aunque era más célebre como narrador debido a los relatos de Cinco historias de Ferrara (1956), o a la novela El jardín de los Finzi-Contini (1962), fue también un notable poeta. Ya había publicado poemarios como Historias de los pobres amantes (1944) o Te lucis ante (1947), cuando se editó en 1972 Epitafio. Otras obras suyas en prosa fueron Detrás de la puerta (1964), La garza (1968) o El olor del heno (1972), pertenecientes al ciclo de las novelas de Ferrara; y en verso, Con rima y sin ella (1982), donde reunió todos sus libros de poemas publicados. Además, en 1984 recopila todos sus ensayos y textos críticos en el volumen Más allá del corazón. Muere en Roma en el año 2000.
A pesar de su actividad como narrador, Bassani reclamó para sí mismo en múltiples ocasiones la condición de poeta: “¿Quién era yo después de todo?… Un poeta.” “Yo nunca podría haber escrito nada si antes no hubiera escrito Te lucis ante. En cierto sentido, este es mi libro más importante.” Epitafio está compuesto simultáneamente a los grandes títulos de de su ciclo La novela de Ferrara. Puede decirse, en consecuencia, que prosa y poesía se alimentan recíprocamente; de esta forma, la práctica poética le proporciona el dominio del vocabulario, la habilidad metafórica y la facultad imaginativa a la hora de construir sus historias.
Epitafio está compuesto por sesenta y seis poemas. Todos dispuestos gráficamente por medio de una justificación centrada, lo que ofrece una simetría, más visual que métrica o rítmica, respecto a un hipotético eje central. Representación óptica –que nada tiene que ver con el caligrama, como equívocamente se ha apuntado– sino más bien con una concepción personal de la poesía plasmada en una figura armónica y equilibrada, como de poema perfectamente esculpido, tal que si fuera la inscripción de una lápida funeraria (a fin de cuentas, su título ya es muy revelador: “epitafio”). Formalmente asemeja, pues, a una forma epigráfica.
Hay una gran variedad de temas en las composiciones de Bassani, desde los políticos a los existenciales, desde los morales a los cotidianos, pero, sobre todo, es fundamental el amoroso, tratado desde varias perspectivas. El humor no deja de estar presente en sus poemas, como cuando se burla de los críticos: “Con mucho gusto te daría / querido una patada en el / culo // Pero ¿acaso / te / dolería?” (A un crítico); o cuando plasma, con obvio sarcasmo, la transformación de los antiguos fascistas en ciudadanos respetables: “Los ex fascistones de Ferrara / envejecen / algunos / de los que en 1939 / aparentaban no reconocerme / cruzan me echan los brazos al cuello... / proponen... / el ágape casero”, para así poder “conocer de una vez por todas / al compañero de escuela... / al gran / novelista...” (Los ex fascistones de Ferrara).
Los lugares del pasado, el tiempo ido, el recuerdo de ellos, están también presentes en sus versos. En Rolls Royce rememora en un viaje en coche su antigua ciudad, reconociendo viejos lugares, reviviendo pasadas experiencias o a él mismo en su niñez, y al recordar ese pasado “me hubiera gustado gritar alto”, pero el Rolls “volaba ya por anchas calles desiertas”. También, aunque íntimamente ligado con el asunto amoroso, en Los mayores, hace un repaso –con cierta ironía, mas también con nostalgia– de buena parte de su familia, tanto de los aún vivos como de los “desaparecidos hace varios decenios”.  
La existencia ligada al transcurso del tiempo inexorable se refleja en poemas como Isla Bisentina: si una voz ajena le asegura que “para morir / en el fondo siempre hay tiempo”, él lo cuestiona: “y si de verdad lo hay / siempre / entonces ¿cuánto / hay?” En Las leyes raciales, en referencia a las promulgadas en 1939 contra los judíos –y él y su familia lo eran–, la magnolia constituye un símbolo de la superación en el tiempo de los designios políticos, mas también de la incertidumbre de su crecimiento, “como quien de improviso no sabe llegado / al término de un viaje larguísimo / qué camino seguir qué / hacer”. La vida y la muerte se hallan ciertamente presentes en poemas como Carta donde, ante la vista del cadáver de un suicida con quien ha hablado la noche anterior –cuerpo con quien se identifica– se interpela “¿no eras tú pues / alma mía  / la que ya me recordabas?”
Sobre el sentido de la escritura y su relación con la vida escribe también algunos textos. Como en el poema En broma y por juego, donde elabora una especie de irónica poética: “Yo estas poesías he empezado a escribirlas / por puro juego sólo para mí / desde el principio he juntado sílabas siempre he jugado ya distante / con mi sangre y con mi semen”. O cuando se cuestiona si la constante dedicación poética –o a la creación literaria– no dilapida, por otro lado, la existencia: “Era a la Poesía a la que aspirabas con / P mayúscula y todo y a ella / sólo //  ¿Tu vida? Esa también tú te / la has bebido” (En memoria).
Pero los poemas amorosos predominan en el conjunto del libro. Unos plasman el desencanto, el acabamiento; mientras que otros son un gozoso canto esperanzado. En el poema A una amiga expresa con crudo cinismo el total vacío, la nada más elocuente, tras el momento posterior a una relación sexual: “Me decías / tendida cuan larga eres /... / que soy un egoísta egocéntrico /... / que conmigo so se puede hablar /... / De acuerdo querida pero perdona / ¿cómo / podría ser de otro modo?” Y la consunción del amor protagoniza No no echaré: “No no echaré nueva leña / al fuego dejemos / que la leña que ya hay se consuma poco a poco / que la llama se transforme poco a poco en brasa /... / y tú y yo callados /... / mirando / apagarse al final también, esa”.
En La Porta Rosa, rememora el lugar donde se establecieron los antiguos aristócratas griegos –alejados de los plebeyos aborígenes–, y bajo ella, el poeta está en disposición de transitar hacia la fusión con la amada, pues en esa puerta es “donde soy joven y bello y puro / aún / ahí el dueño y señor exclusivo para siempre el único / Rey”. Una hoja de periódico baila en Vals hasta convertirse en “fango informe”; imagen del invierno rápido –contrario al largo que iba desde el niño al hombre–, y tras el cual seguirá la primavera donde se encuentra ella, a quien le susurraba “no temas  si tanto has / amado de nuevo y más aún en breve / amarás”. Y en el ya mencionado Los mayores. al hilo de esa especie de ajuste de cuentas familiar –a la par que recordatorio nostálgico de las etapas de su vida–, al lado del cuerpo yacente de la amada, a punto de vencerse al sueño, lo que realmente desea es “volver a tenerte a ti ante / los ojos y a ti sola que respiras en paz ahí / al lado”.
Bastantes poemas llevan por título el del primer verso; también todos carecen de signos de puntuación –puntos, comas–, marcando la separación entre estrofas por dobles espacios o inicios en mayúscula. El lenguaje es abierto, directo, franco, incluso puede resultar en ocasiones crudo u ordinario; claramente entendible sin necesidad de acudir a claves para explicitar un sentido críptico. De esta forma, sus poemas resultan un tanto duros –sin carecer por ello de persuasión lírica–. Su poesía es voluntariamente prosaica, libre de adornos barrocos al eliminar todo elemento superfluo (incluyendo, como se ha dicho, la puntuación, o empleando sólo la adjetivación precisa), originando así unos textos que, por fragmentarios que sean, no dejan de ofrecer una unicidad creativa que plasma la  concepción personal de Bassani tanto de la existencia como de su propia producción literaria.   

 © Copyright Rafael González Serrano

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