Fin y principio es un libro publicado en 1993, en plena madurez
compositiva. Títulos posteriores significativos son Instante (2002), Dos puntos
(2005) o Aquí (2009); con
anterioridad había publicado libros como Llamada
al Yeti (1957), Sal (1962), Que alegría más grande (1967), Si acaso (1972) o El gran número (1976). Wislawa Szymborska había nacido en 1923 en
Kórnik, y falleció en Cracovia en 2012. En 1996 fue galardonada con el premio
Nobel.
El libro se inicia con una
confrontación. En Cielo declara que
“mis señas personales / son el entusiasmo y la desesperación.” Y ese cielo que
es “ventana sin alféizar, sin marco, sin cristales. / Un hueco, nada más que un
hueco, / pero abierto de par en par”, no encuentra una división precisa con la
tierra, no refleja él solo la totalidad: “La división entre cielo y tierra / no
es la forma adecuada / de pensar en ese todo.” En esa dualidad cielo/ tierra se
pueden encontrar los lados oscuros y claros de este mundo.
Explora en varios poemas el
sentido de la realidad. Aunque describa sueños, no se sumerge en ellos;
permanece alerta en un mundo incomprensible ante la amenazante realidad. “Para
los sueños hay llaves. / La realidad se abre sola / no se deja cerrar.” “No
deliran los sueños, / delira la realidad, / aunque sea por la insistencia / con
que se aferra / al curso de los acontecimientos.” Y es que “la realidad nos
acompaña en cada huida” (La realidad).
Y su condición de implacable se refleja en los elocuentes versos del poema La realidad exige: “Donde estaba Hiroshima
/ de nuevo está Hiroshima / y se siguen produciendo / objetos de uso
cotidiano.”
También la cotidianidad está
presente en su poesía, puesto que el individuo en su poesía no es una
abstracción inventada, sino un ser que vive en la naturaleza, en la historia y,
básicamente, en los detalles de la vida cotidiana. Así en Puede ser sin título su experiencia del momento “es un
acontecimiento banal / y que no pasará a la historia.” Aunque se observe con
precisión: “Y sin embargo estoy junto al río, es un hecho”; puesto que afirma
concluyente: “Hasta el momento más efímero tiene su pasado.”
El poema que da título al libro, Fin y principio, hace pensar que ambos términos
están estrechamente relacionados: siempre que termina algo, algo comienza. En
el poema analiza la guerra y lo que está deja tras de sí. A pesar de que la
guerra haya finalizado, la gente debe actuar para eliminar el desastre y los
daños que ella propició. Aunque la guerra haya arruinado todo y de que a su
término la gente está llena de desesperación y tristeza, la llegada de la paz
hace que nazca un halo de esperanza para quienes acaban de soportar tan
aterradora experiencia.
Tras las primeras impresiones
donde la oscuridad predomina, deben revelarse la luz y los colores,
resplandecer los nuevos pensamientos, adornados con los destellos de ironía que
nunca suelen abandonar a los versos de Szymborska. “Después de cada guerra /
alguien tiene limpiar. / No se van a ordenar solas las cosas, / digo yo.” Hay
un sentido de obligatoriedad en ese repetido, “alguien tiene que”: “limpiar”,
“empujar”, “meterse entre el barro”, “escuchar”… Elemento anafórico cuya
intención es establecer la necesidad de una reconstrucción tras la catástrofe.
Mas quién, o quiénes, serían los responsables de acometer tan ingente tarea.
Y reflexiona que uno de los
resultados de la guerra es que la gente empieza a olvidarse del daño que ha
sufrido una vez que se ha hecho la necesaria limpieza. “Pero empezará a haber
algunos / a quienes les aburra.” “Aquellos que sabían / de qué iba la cosa /
tendrán que dejar su lugar / a los que saben poco. / Y menos que poco.” Se hace
presente en el poema el tema del olvido. La poetisa no está de acuerdo con esa
desmemoria; por eso en su poema insiste en el recuerdo con contundencia, siendo
todo un testimonio contra aquella. Y su rebeldía contra el olvido concluye con un
tono esperanzado: “En la hierba que cubra / causas y consecuencias, / seguro
que habrá alguien tumbado / con una espiga entre los dientes, / mirando la
nubes.”
Sentimientos como el amor y el
odio están presentes en varios poemas. Precisamente uno de los poemas de este
libro se titula Odio. En él, hace un
agudo y certero análisis sobre tan implacable pasión, a la que adjudica, no sin
cierta amarga ironía, un poder determinante: “Él mismo [el odio] crea razones,
/ que lo despiertan a la vida”; “Cuántas páginas de la historia ha numerado”;
“Es maestro del contraste / entre el estrépito y el silencio, / entre la roja
sangre y la blanca nieve”; “Dicen que es ciego. ¿Ciego? / Tiene el ojo certero del
francotirador / y él, sólo él, mira al futuro / confiado.”
Que nada es azaroso, que hay un
todo que enlaza una sucesión de acontecimientos, que proporciona una
continuidad, se manifiesta en el poema Amor
a primera vista. “Ambos están convencidos / de que los ha unido un
sentimiento repentino”, escribe sobre esos dos amantes, pero, tras enumerar
toda una serie de posibilidades que podría haberlos unido antes o en otras
circunstancias, concluye: “Todo principio / no es más que una continuación, / y
el libro de los acontecimientos / se encuentra siempre abierto por la mitad.”
Para Szymborska, nos encontramos siempre en el centro de los acontecimientos,
no somos el inicio de nada.
También la muerte y la
trascendencia son motivos que aparecen a lo largo del libro. Sobre la primera,
ofrece una visión original, con un tono a la par irónico, en Gato en un piso vacío. El punto de vista
sobre la muerte –constatada por la ausencia del dueño– lo ofrece un gato.
“Morir, eso no se le hace a un gato. / Porque qué puede hacer un gato / en un
piso vacío.” “Aquí había alguien que estaba y estaba, / que de repente se fue /
e insistentemente no está.” La autora permite mostrar al gato su ira, su
exasperación, su rebeldía ante la muerte. Y en Nada en propiedad aparece el alma como protesta contra la factura
por la vida. “Nada en propiedad, todo prestado. / Estoy empeñada hasta el
cuello.” Y aunque no logra recordar “dónde, cuándo y para qué” le abrieron esa
cuenta, “La protesta contra eso es lo que llamamos alma. / Y es esto lo único
que no está en el inventario.”
Aunque la propia Szymborska
negase el carácter existencial de su poesía, lo cierto es que, atravesados por
la experiencia, se podría decir que sus veros son hondamente reflexivos y, por
ello, de cariz filosófico. Posee una conciencia lúcida que se empeña en indagar
sobre la situación del ser humano. Su poesía posee todo el coraje de un
pensamiento que no se arredra ante las experiencias más amargar de la vida (tal
que la guerra). Como ayuda en esa tenaz tarea están el humor y la ironía, que
pueden ser elementos salvadores en múltiple ocasiones, y que aportan un tono de
distanciamiento a fin de que el yo no caiga en esa inicial desesperación. Porque,
a pesar de un cierto escepticismo –quizá más valdría hablar de un estoicismo–
su poesía explora con “entusiasmo” mas sin complacencias la realidad de la
existencia humana.
© Copyright Rafael González Serrano
Muchas gracias por la informaciòn.
ResponderEliminarun saludo
fus
Gracias, fus, siempre tan atento con mis entradas. Un saludo.
Eliminarde nada
Eliminarun saludo
Boa tarde, Rafael.
ResponderEliminarPasso por aqui para ler a sua matéria sobre Wislawa Szymborska. Logo após a divulgação de seu nome para o Nobel pretendi adquirir um ou mais de seus livros, mas ainda não tive a oportunidade de comprá-los, o que espero fazer em breve.
Parabéns por essa importante divulgação.
Um abraço.
Muchas gracias por tu felicitación sobre mi entrada. Espero que, en breve, puedas adquirir algún libro de Wislawa Szymborska y así disfrutar con su poesía que es muy interesante.
EliminarOtro abrazo para ti.