–¡Caramba! ¡Cómo me has dejado el
cuerpo!
–A qué te refieres.
–Pues a que me has llenado de
todo tipo de ¿gadgets, se dice?
–¡Ah! Te refieres a los
contadores.
–Sí; y de todo tipo.
–¿Y te quejas ahora? Si ya llevas
varios meses con ellos encima.
–Cuando tengo oportunidad de que
mis reclamaciones salgan a la luz. O sea, ahora con esta entrada.
–Bueno; quise probar varios
productos que ofrecían la posibilidad de informarme de las visitas que recibía;
perdón, que recibimos.
–¿No era suficiente ya con mis propios
intestinos?
–Sí, ya sé que dispones de un
sistema interno para contar las visitas.
–Y, ¿entonces?
–Ya te digo que quería ver otras
opciones.
–Y, ¿te ha servido de algo?
–Pues…
–¡Huy! Cuando tú mismo dudas.
–Es que, efectivamente, hay
muchas y significativas diferencias de una herramienta a otra.
–Como cuáles.
–En lo cuantitativo. Mientras que
el primer contador de visitas que había –el más sencillo– marca una cifra, el nuevo
que incorporé da otra.
–Yo también tengo un contador
interno, ¿también difieren con el mío?
–Sí, ya sé que lo tienes. Pues
mientras que entre el tuyo y el más antiguo la diferencia es inapreciable, con
el nuevo el décalage es mucho mayor.
–Vamos, el desfase o la
diferencia, no me seas pedante.
–Como quieras. Pero,
efectivamente, en la actualidad hay cerca de ochocientas visitas de desajuste.
Coincidieron en los 53543, pero luego el goecontador –que así se llama– siempre
ha ido marcando menos.
–Y no contento con el
geocontador, encima, me metes un contador de banderas y otro de mapa de
visitas.
–Sí, para que hubiera de todo.
Pero también hay diferencias significativas.
–¿También hay gaps, por seguir políglotas?
–No sólo eso. Por ejemplo, ambos
captan que hay una entrada nueva: algo exótica –de Benin o Singapur– pero no
las que en tus tripas aparecen de China o Ucrania, bastante más normales, ¿no?
Incluso, había veces que no registraban entradas de Rusia, cuantiosas en tu
interior.
–No será que no registran lo que
no consideran visitas reales: las que son fruto de robots, las debidas a los
programas llamados bots.
–¡Anda! ¿Y tú como sabes eso?
–Porque para algo mis tripas son
informáticas.
–Pues precisamente es en tus
“tripas” donde había, a lo mejor, cien visitas de China, o doscientas de Rusia,
y no aparecían en los nuevos contadores. Así que es a ti a quien le cuelan un
montón de visitas falsas.
–Yo no puedo hacer nada; habría
que preguntarle a Blogger qué hace para defenderme; si es que hace algo.
–Lo que no comprendo es la
intencionalidad de esas visitas masivas. Porque ni me van a sacar los cuartos, ni
a promocionarme ningún producto; y no les voy a hacer ni caso.
–En realidad ni siquiera son
visitas, porque no registran entradas: se meten en la página principal pero no
para ver un post, sino que provienen de una serie de webs a las que le interesa
referenciarse.
–Pues ni caso. Oye, ¿y tú cómo
sabes todo esto que me estás contando?
–Porque ya te digo que estoy un
poco al tanto de este mundillo, y no como tú que con tus “cultas” entradas ya
tienes bastante; vives en tus “profundas lecturas” e ignoras toda esta realidad
más prosaica.
–Gracias por la ironía, pero
también –debido a esos denostados contadores– de algo me voy enterando.
–Aunque tanto instrumento me
parece que te sirve más bien para liarte.
–No; no te creas. Al hilo de lo
que hablamos voy cayendo en la cuenta de que sí hay alguna herramienta que
sirve para informarme no sólo del lugar, la hora, sino también si de verdad
visita una entrada concreta. Lo de las estadísticas, es lo de menos: ¡qué más
da diez que cien!
–Pues, hala, a disfrutar de los
gadgets; y espero que, aunque despacito, vayas aprendiendo algunas cositas de
este medio.
–¡Huy! Y, con tu inestimable
ayuda, sabré más; sin duda.
–Menos guasita, ¿eh?
–Hala; hasta otra, mi querido y
suspicaz compañero.
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