Publicado en el año de 1924, Anábasis es
uno de los libros más representativos de Saint-John Perse (seudónimo de Alexis
Léger) junto a Exil, Amers o Vents. El libro tiene
el mismo título que el clásico de Jenofonte, donde éste recoge el retorno a la
patria de los mercenarios griegos que habían servido a Ciro el Joven en el
enfrentamiento contra su hermano el rey persa Artajerjes II (del que habían
salido derrotados). Perse escribe un poema de cariz épico, pero en el que la "expedición"
es ahora por el interior de las cosas y del ser humano.
Anábasis es un extenso poema en prosa
poética, con lo que Perse se inscribe en una larga tradición dentro de la
poesía francesa en esta forma literaria: desde las Iluminaciones de
Rimbaud, hasta los textos de René Char o Francis Ponge, pasando por Victor
Segalen, entre otros. El libro consta de diez composiciones, franqueado al
inicio y cerrado al final por dos denominadas Canciones (también en
prosa).
Precisamente en la Canción inicial se
presenta la figura del Extranjero, la que nos hace ver las cosas con otros
ojos, lejos de una limitada visión provinciana: "Un hombre puso amargas
bayas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba." Este es el acicate para
ir a otra parte, no como huida sino como búsqueda del conocimiento, impelido
por la necesidad de que nada se le escape a uno. Para Perse el poeta tiene el
deber de ir a explorar los más oscuros dominios. Ahora bien, cuanto más lejos
va en esa dirección, más debe emplear medios de expresión concretos, extraidos
de su propia experiencia: "Tened los pies en el suelo, y construir una
obra fuera del tiempo, fuera del lugar."
Una obra así debe fundarse en el exilio más
radical. A ello es a lo que se aplica en las diez composiciones que constituyen
el libro. En la composición I hay una identificación con los nómadas, cuyo
designio es vivir permanentemente en el exilio atravesando las fronteras de
eterno desierto: "gente del polvo y de toda especie... gente de los
confines y de más allá... seguidores de pistas, de estaciones, levantadores de
campamentos en el soplo del alba; buscadores del agua en la corteza de la
tierra..." Y la sal como símbolo vivificador: "En la delicia de la
sal todas son lanzas del espíritu... ¡Yo avivaré con sal las bocas muertas del
deseo!" En la composición II prosigue la marcha, el permanente peregrinaje,
en el que la mujer también adquiere el protagonismo: "Y puede que no acabe
el día sin que un mismo hombre se consuma por una mujer o por su hija." La
naturaleza, como no pude ser de otra manera, se halla presente; y si el Sol es
un mentiroso ("hacedor de disturbios, de discordias"), el agua
alimenta la memoria: "El olor poderoso me rodea, y el agua más pura que en
Jabal tiene rumor de otro tiempo" (canto III).
Iniciada la IV composición con un canto a lo
creado ("Este es el ritmo del mundo y no puedo sino hablar bien de
él"), pasa a describir la fundación de la ciudad ("Piedras y
bronce"), donde están presentes herreros, fundadores de asilos y
banqueros... las fiestas, las danzas, las avenidas de vainilla... las
elecciones de jueces para el puerto, el griterio de los suburbios... donde
puede observarse bastante carga irónica, y cierta nostalgia del espacio abierto
(en ese, "un hombre avanzó hasta la entrada del Desierto"). Pero en esa
ciudad acecha la "¡Soledad!" -canto V-, y aunque "cosidos con
agujas nuestros párpados", sin embargo, "la noche da su leche",
y asegura el poeta que "levantaré mis pensamientos contra la actividad del
sueño y me iré con los gansos salvajes, entre el olor insulso de la
mañana." Y el Extranjero incita a la marcha, pues "aún hace
partidarios en los caminos del silencio."
Sigue en la VI con la descripción de los
supuestos valores de la civilización urbana: las leyes, las conquistas, las
provincias vendidas... Por ello, hay que advertir a los aún extraños a esa
civilización de "nuestros hábitos violentos." Y también se les puede
hablar de las cosas de la paz: la moneda, los tratados, los tributos, el
comercio, las diversiones... Mas la llamada del camino no se extingue, y, al
anochecer, "un olor de violetas y de arcilla nos visitaba... y los vientos
en calma se alojaban en el fondo de los golfos desérticos." Por eso
estalla en el canto VII: "Os hablo, ¡alma mía!, ¡alma mía ensombrecida por
un perfume de caballo", ya que la voz poética añora ese errar, ese
movimiento continuo sin fin definido. "Al ruido de las cascadas en tromba
sobre la tierra, toda la sal de la tierra se estremece en los sueños."
En el VIII -considerando que "muchas cosas
se emprendieron en las tinieblas del espíritu"-, afirma que, en ese
peregrinaje sin término, el rayo le asigna unas provincias del Oeste hacia
donde dirigirse: "un gran país de pastizales sin memoria, el año sin
vínculos y sin aniversarios, sazonado de auroras y de fugas"; "Caminos
del mundo, uno os sigue." La mujer es el motivo de exaltación jubilosa en
el canto IX: "¡Muchachas! y la naturaleza de un país se encuentra
perfumada gracias a ellas"; y ellas mismas confiesan que "en nuestros
cuerpos de mujeres hay un fermento de uva negra." Y se anuncian tiempos
muy favorables -tiempos muy calurosos-, porque la noche "ordeña su placer
en el seno de las mujeres." La X composición es la más extensa y
narartiva. En ella se recopila toda una serie de actividades humanas entre
cotidianas e inverosímiles, entre lo común y lo poético, "toda clase de
hombres con sus destinos y hábitos." Mas siempre el viaje ("por
encima de las acciones de los hombres en la tierra, muchos signos en
viaje"). Y el poeta sigue firme en su condición de viajero, no pierde de
vista al errante: "Yo he visto la tierra distribuida en vastos espacios, y
mi pensamiento no se distrajo del navegante."
Articula en esta obra Perse una visión
totalizadora del mundo; se ha dicho que crea una auténtica cosmogonía. Buscador
de un mundo, lo incorpora en la escritura nombrándolo. Es un mundo rescatado de
las culturas antiguas, porque el poeta ve en ellas estadios originarios de
pureza que el presente debería tener en cuenta. Pero no es una mera
reconstrucción arqueológica, puesto que genera un espacio poético donde la vida
y la tierra se encuentran y se fecundan para ofrecer un lugar épico en el que
el hombre es un eterno peregrino en busca de su paraíso. La temporalidad del
ser perecedero se ve así compensada mediante la grandeza del espacio, en esos
inmensos territorios por donde poder errar sin fin.
Como apelación al interior de las cosas y del
hombre, la poesía de Perse puede tenerse como un método de conocimiento a la
par que un modo de vida. Indaga en la naturaleza humana. Según sus palabras, su
intención es "profundizar en el misterio del hombre", y Anábasis
tiene por objeto "el poema de la soledad en acción. Tanto de la acción
entre los hombres como de la acción del espíritu." Si del Extranjero viene
la incitación al viaje, el que lo emprende se convierte en peregrino de sí
mismo y conquistador de su propia alma. Y para ello la mirada del poeta va a lo
primigenio, al origen mismo de las cosas; tan lejos de lo sedentario, de lo
constituido y establecido.
El versículo extenso, la prosa poética, lo
salmódico, mas también los cortes abruptos, los paralelismos y redundancias,
las aliteraciones y las metáforas alusivas son herramientas de las que se sirve
el poeta para gestar un texto que obedece a una búsqueda del interior por medio
de un viaje iniciático donde lo sagrado y lo mítico comulgan con lo cotidiano.
El léxico para lograr su objetivo deslumbra por su riqueza y profundidad (su
vasta cultura le permitía el uso de términos de variadas disciplinas). Y si Anábasis
significa expedición hacia el interior, no por ello deja de haber en la
obra una multiplicidad de voces -el uso de primera y tercera persona, de
singular y plural, así lo avala-. Y el hecho de que el poeta asuma todas las
voces de la colectividad viene a convertir el canto singular también en una
épica colectiva.
© Copyright Rafael González Serrano
Me ha gustado tu información,
ResponderEliminarno tenía nada conocido de este autor
y me ha interesado su referencia
a la cultura griega,
cuna de la filosofía y las artes,
un saludo
Gracias, María Teresa. Sí, aunque algo olvidado, se trata de un gran autor.
EliminarOtro afectuoso saludo para ti.
Desconocía a este autor, Rafael, un artículo muy interesante. Gracias.
ResponderEliminarMe alegra que ahora sepas algo de Saint-John Perse.
EliminarGracias a ti por leerme.
ME GUSTÓ MUCHO EL BLOG INCLUSIVE ENTRE AL DE UN AMIGO MIO CARLOS GARGALLO...MUCHAS GRACIAS PASARE CON MENOS PRISAS
ResponderEliminarSALUDOS
Marina
Gracias por tus amables palabras y porque me sigas con frecuencia.
EliminarUn afectuoso saludo.
Gracias, Rafael, por la invitación y por darlo a conocer. Había estudiado a Jenofonte pero Perse es un autor nuevo para mí.
ResponderEliminarUn saludo
Jorge
Gracias a ti, Jorge, por seguir mis entradas. Las dos obras son muy interesantes.
EliminarUn saludo.
distancia
ResponderEliminarMe acostaré en las cisternas y en los huecos navíos…
Saint-John Perse –Exilio-
en este frasco de boca estrecha echo distancia
saco misterioso en anchuras vientres cristales y reflejos
como los trópicos de américa o conciencias de la infancia
ajustando medidas se exilian equipajes
sólo cae al fondo lo pequeño la fracción el mar y sus arenas
las cretonas de la tarde se quedan entre manos
lo que viaja adentro y lo que resta en intemperies
ido jasón vuelto ulises tesoros son los del descubrimiento
nichos que reserva la existencia sus opacos frascos y no
éstos de miseria
si resuma leche fresca en cada ocaso
distancia será este exilio de palabras redimidas oscuros hálitos
mástiles de pie brotes de bitácora en mis yemas
o quizás el viaje mismo la turbulencia pura este espasmo
de la carne la inmersión en cada noche esa primera sensación
del que despierta y está solo al otro extremo de los cables
el dolor profundo cuando suenan sirenas a lo lejos
aunque venga lleno el frasco sólo queden fuera la memoria
y el último deseo sé que sólo una palabra me devuelve
Magníficos estos versos en donde el viaje -interno, exterior- es la esencia del existir. Gracias, Carlos, por recordarlos y leerme.
EliminarHola Rafael, buena entrada. Había leído algo de este gran autor. Pero, en realidad -como bien señalas- lo tenía bastante olvidado.
ResponderEliminarSiempre es bueno recordar... Gracias.
Saludos, Anna
Me alegro, Anna, de que te haya servido para recordar a Perse.
EliminarUn saludo, Rafael
Interesante artículo recordatorio de ese gran autor verbal que fue Perse. Su olvido hoy quizá responda a los cambios de velocidad en los estilos que frecuentamos. Hoy somos minimales, de formato breve.
ResponderEliminarSaludos y felicidades por tu entrada, Rafael.
Muchas gracias, José María, por tu felicitación. Y, sí, la urgencia y la brevedad actuales alejan de autores como Perse; lamentablemente.
EliminarUn saludo.
Gracias por tu invitación al blog; me ha parecido muy interesante. Enhorabuena. Ya me pasaré por aquí con más calma. Un saludo
ResponderEliminarGracias por tu opinión. Cuando quieras puedes hacerlo. Un saludo.
EliminarHola Rafael, enacntada de estar en tu blog, me parece rico en información, excelente!!
ResponderEliminarCon tu permiso por aqui me quedo para aprender.
Cariñosos saludos desde el Salvador, Centro America.
Encantado de que te pases por mi blog, y si te sirve para informarte sobre algún autor, estupendo. También he enlazado tu blog en el mío.
EliminarUn afectuoso saludo.
De excelso califico el análisis que haces con respecto a una de las más significativas obras de este gran poeta, amén de haber sido un honorable diplomático. “Exilio”, fue lo que me arrastró voluntariamente hacia lo más hondo del ser mismo, y lo que, por consecuencia, me llevó a adquirir todas sus obras, las cuales me han servido como herramientas en el estudio y comprensión de la filosofía, el uso de la metáfora y sobre todo, el agudizar los sentidos para observar el entorno desde una perspectiva, diría yo, con el alma. Enhorabuena. Un cordial abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tan generoso calificativo respecto a mi entrada; sólo pretendo hacer bien las cosas. Me alegra que haya personas interesadas en autores que para mi han supuesto una lectura fructífera, y que hayan disfrutado y aprendido con su lectura. También otro afectuosos abrazo.
Eliminar¡Dios! esto sucedió hace mucho tiempo, dudo que lo respondan, pasa que estoy leyendo el libro "anábasis y otros poemas" (Donde se recopila mucho de la obra de Perse) quisiera que me hablaran acerca de Exilio y de Anábasis, porque de verdad que me interesa mucho pero me es muy difícil entenderlo.
EliminarHola Silvia te amo <3
EliminarDebemos obligarnos a dejar atrás un segundo de algunas ocupaciones e ir aglutinando ese tiempo, para dar cabida a un espacio en el que podamos pasar por sitios como este, en el que siempre obtendremos una recompensa.
ResponderEliminarEstupendo blog, Anábasis: valioso aporte.
Saludos
Un post tan afectuoso como el tuyo me estimula en mi labor de búsqueda y análisis de textos. Muchas gracias por tu generosa amabilidad.
EliminarUn cordial saludo.
"Alma mía ensombrecida por un perfume de caballo"...A veces no queda otra que enmudecer cuando te encuentras un verso como éste que, incluso cuando aparece tomado a solas, ajeno a cualquier otra circunstancia que no sea él mismo, se muestra capaz de evocar mil y una leyendas. Él sólo se basta y se sobra para acercarme al Anábasis de Perse, que no conocía sino como una referencia más de un autor al que se conoce por haberlo leido antes de tiempo, y por tanto mal. Un fuerte abrazo...
ResponderEliminarAl ser una entrada antigua, no había visto tu comentario hasta ahora. Efectivamente, hay versos que son toda una declaración de intenciones; de intenciones poéticas y, en consecuencia, cargados de lucidez intuitiva. Otro abrazo para ti, Carlos.
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