Tras seis meses de escritura
constante e intensa, Edward Lee Masters (1868-1950) concluye su libro Antología
de Spoon River en 1915. Veinticinco años después será el libro de poesía más
vendido (setenta ediciones) y comentado (elogiado, entre otros, por el mismo
Pound) de la literatura norteamericana contemporánea. A pesar la popularidad y del rotundo éxito de ventas del
libro, los críticos más formalistas
acusaron a Masters de prosaico por el uso, en muchas ocasiones, tanto
del verso libre como de temas triviales o cotidianos.
Aunque en el título aparezca la
palabra antología, no lo es en sentido estricto. Podría, eso sí, tomarse como
una supuesta antología de las voces de multitud de muertos. Todos ellos pertenecientes
a un lugar inventado, Spoon River (no existe como lugar real), que viene a ser
un trasunto de la sociedad americana, pues en ese microcosmos puede verse
reflejado todo el país entero.
Si bien su concepción fue un
tanto torrencial, la obra está organizada con un sentido y una estructura
definidos. En primer lugar –el grueso de la obra– están los epitafios; son
doscientos cuarenta y cuatro pertenecientes a otros tantos personajes, que
desarrollan, según los expertos, unas diecinueve historias entrelazadas por
medio de los retratos de sus protagonistas. Luego vendría La Spoonniada, en la
línea de los poemas épico-satíricos; y, por último, un Epílogo, que es un poema
de un tono más trascendente.
La parte de los epitafios
constituyen una biografía de ese imaginario lugar a punto de pasar de la
condición de pueblo a ciudad (de ahí que en algunos poemas haya una atmósfera
de nostalgia por un pasado, con referencias a los pioneros forjadores de la
nación). Buena parte de los epitafios dibujan personajes borrachos, simples,
fracasados, corruptos, delincuentes, estafadores, farsantes, desengañados, mas,
al final, quizá como contrapunto, estarán los heroicos, generosos, iluminados,
esforzados...
El primer poema, La colina, está
concebido al modo proemio y trata el tema del ubi sunt. Se pregunta: “¿Dónde
están Elmer, Herman, Burt, Tom y Charley, / el débil de voluntad, el fuerte de
brazo, el payaso, el borracho, el de las peleas?”, para responder que “todos,
todos están durmiendo en la colina”, es decir, muertos (lo mismo que otra serie
de personajes femeninos). Las voces que irán apareciendo tras este poema
introductor se rebelan contra los epitafios oficiales de su tumba para contar
su verdad; por ello declaran “ahora que estoy muerto tengo que soportar un
epitafio /grabado por un tonto” (Cassius Hueffer).
Entre las figuras poco ejemplares
están Hod Putt, que es un bandolero y asesino ahorcado; Jack Mc Guire, que mató
al jefe de policía y que se libró de la horca por un apaño; Harold Arnett, el
suicida, se pregunta “¿De qué sirve arrancarse uno mismo del mundo, / si ningún
alma puede escoger el eterno destino de la vida?”; Homer Clapp reconoce que
“era uno de los tontos en la vida / a quien sólo la muerte trataría igual / que
a otros hombres”; la desesperación hace a Nancy Knapp prender fuego a la casa o
a Barry Holden matar con un hacha a su mujer; John Mc Church, apoderado de los
Ferrocarriles Q, mediante trampas logra que sean rechazadas las reclamaciones;
el Juez Somers dicta una sentencia injusta a sabiendas; Thomas Rhodes,
presidente del banco, hace que culpen a un cajero de la quiebra; Adam Weirauch
es un corrupto que vendió su voto; Lucius Atherton es el antiguo Don Juan del
pueblo, decadente, y viviendo de la caridad; Whedon, director de periódico, refiere
cómo, debido a su profesión, puede manipular la verdad y ostentar un poder
intimidatorio; Anthony Findlay ha ascendido desde lo más bajo a la cima del
poder y manifiesta que: “Tanto para un `país como para un hombre, /... / es
mejor ser temido que amado”; y así
decenas de ejemplos.
Las relaciones conyugales son
mostradas en su crudeza y desencanto. La mujer, Ollie Mc Gee, reprocha al
marido que le “robó juventud y belleza”; éste, Fletcher McGee, afirma que “fue
ella quien me quitó / la vida hora tras hora”. O, también al marido, Amanda
Barker: “Desde el polvo proclamo / que me mató para satisfacer su odio”. Hay
mujeres sin nombre, como La esposa de Benjamin Pantier que expresa su rechazo
diciendo: “imagina... / que el único hombre con el que la ley y la moral / te
permiten tener relaciones conyugales / es ese mismo hombre que te llena de
asco”. Y Sarah Brown afirmará que “en el cielo no existe el matrimonio, pero
existe el amor”.
La crueldad para con los
diferentes se muestra en varios poemas. Minerva Jones, la poetisa del pueblo,
dice ser “la irrisión de los patanes” debido a su físico, cuando en realidad
“¡estaba tan sedienta de amor!” Su padre, Jones el indignado, reprocha la cruel
burla a la que sometieron a su hija que la llevó a la muerte. Dorcas Gustine
estará satisfecho por decir lo que pensaba a pesar de sus consecuencias, pues
“el silencio envenena el alma”. Carl Hamblin cuenta cómo fue humillado por
haberse atrevido a escribir un texto donde desvela cuál es el verdadero rostro
de la Justicia. Y el chino Yee Bow sufre la violencia pues tratan de que
abandone a Confucio por Cristo.
Hay personajes que intentan
encontrarle un sentido a la existencia. Griffy el Tonelero: “Estáis hundidos en
el tonel que sois cada uno: / tabúes y normas y apariencias... / ¡Rompedlas y
deshaced el engaño / de pensar que vuestro tonel es la vida”. Conrad Siever va
más allá de la vida, pues bajo la tierra sirve “para pasar con el cambio
químico y el ciclo de la vida / a la tierra, y a la carne del árbol”. Más
escéptico Schroeder el pescador: “Y yo digo que si hay en el hombre algo /
–espíritu, conciencia, aliento de Dios– / que le haga diferente a los peces y
los cerdos, / que me lo demuestren”. Y, más profético, Lyman King asevera que
“con el tiempo verás al Destino acercarse a ti / bajo la forma de tu propia
imagen en el espejo”.
© Copyright Rafael González Serrano
Excelente entrada. Siempre se aprende en tu blog. Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Alfredo. Esta es la primera parte; aparecerá una segunda para completar la entrada. Otro abrazo para ti.
EliminarRafael....interesante tus letras y blog....
ResponderEliminarRecibe mis saludos desde Argentina
un beso
Muchas gracias, Dolly. Sigue con tu apasionada "estrella".
EliminarUn cariñoso saludo.
Muy instructivo
Eliminarhay que aprender de todo, con todo
y con todos,
en tu rincón siempre encuentro algo que desconozco.
Un abrazo
Gracias María Teresa; me alegra poder descubrirte buenos libros. Otro abrazo para ti.
EliminarMe ha parecido muy interesante tu entrada de un poeta que desconocía y al que voy a intentar acercarme. Tus citas proporcionan una visión panorámica muy sugerente del mundo de este autor. He encontrado otra que me ha llamado personalmente la atención:
ResponderEliminar"To put meaning in one's life may end in madness,
But life without meaning is the torture
Of restlessness and vague desire –
It is a boat longing for the sea and yet afraid." "George Gray"
"Poner sentido en la vida puede llevar a la locura
Mas una vida sin él no es sino una tortura
De continua inquietud y de vago deseo.
Una barca anhelante de mar pero con miedo."
Efcetivamente Edward Lee Masters es un autor muiy interesante y su Antología de Spoon River un excelente poemario con una visión globalizadora sobre la existencia humana. Muchas gracias Luis por tu comentario y por la cita que le acompaña.
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