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lunes, 26 de mayo de 2014

Feria del libro de Madrid 2014

El próximo 5 de junio, jueves, estaré en la caseta 50 de Terán Libros firmando mi libro   
Fragmentos de la llama, de 18,30 a 21,30 horas.



Estaría encantado de saludar a quienes pudierais pasaros ese día.

lunes, 5 de mayo de 2014

Rafael González Serrano: Fragmentos de la llama

Podría definirse el texto, en principio, como un ero-dromos in-verso. Es ciertamente un camino por el territorio del erotismo (ya sea en su consumación, ya en su advenimiento), y es in-verso en un doble sentido: tanto en el de que la escritura circula desde una extinción a un nacimiento, como en el de que aquella se plasma en el elemento básico que vehicula el poema.
Recorrido inverso, pues, el que lleva a cabo el autor de estos Fragmentos de la llama por el territorio de la piel y la escritura, y que se inicia en un recuerdo aparentemente concluso para acabar en el asombro que produce la pulsión del descubrimiento, tras atravesar distancias y cercanías, laderas y cimas, eclipses y amaneceres.
Como todo viaje es episódico e incompleto, y como en todo itinerario interesan más los diferentes lugares recorridos que el incierto desenlace de dicho trayecto. Lo fragmentario sustenta una mirada opuesta a un discurso totalizador, aunque no por ello sea menos intensa y persistente. Y es esa percepción, sabedora de sus límites, la que indaga en la alianza cómplice entre palabra y cuerpo al transitar los pliegues de un texto buscando sus oquedades secretas, ahí donde habita el tesoro de lo innombrable, la preciosa e inasible naturaleza de lo fugaz.
Y a la par que travesía es un texto agónico, pues sirve para poner de manifiesto la lucha antagonista entre el ocaso y la aurora, la confrontación eterna entre vida y muerte. Y esa oposición dialéctica entre Eros y Tánatos es un elemento clave que conforma la génesis  del poemario, en el que a una “memoria clausurada” le dan la réplica los “ojos del asombro”, y a la “distancia sobre el eclipse” le salen al paso, desafiantes, unos “fuegos” alzados sobre el “ara”, origen de esa llama que se yergue, aunque sea de forma fragmentaria y efímera en su vulnerabilidad.