La luz ascética de un patio
juega con los visillos,
arrancando a la mariposa
de la mirada brillos de cristal,
como venidos del continente
hundido de los sueños.
El musgo del último crepúsculo
crepita sobre arrecifes de llamas,
cuando un mosto de espera
fermenta en vinagre de cítaras.
Ya las bocas ungidas por
los panales helados sólo saben
de copas derramadas y vidrios rotos,
de ropas vacías desnudadas
de los tactos, de paredes encaladas
por el sol de la reclusión.
Las cortinas abiertas al abismo
de una calle no ocultarán
esa huella de los ojos heridos.
juega con los visillos,
arrancando a la mariposa
de la mirada brillos de cristal,
como venidos del continente
hundido de los sueños.
El musgo del último crepúsculo
crepita sobre arrecifes de llamas,
cuando un mosto de espera
fermenta en vinagre de cítaras.
Ya las bocas ungidas por
los panales helados sólo saben
de copas derramadas y vidrios rotos,
de ropas vacías desnudadas
de los tactos, de paredes encaladas
por el sol de la reclusión.
Las cortinas abiertas al abismo
de una calle no ocultarán
esa huella de los ojos heridos.
De Fragmentos de la llama, Celesta, 2014.