Publicado en 1959 tras diez años de composición, Es digno (en griego, Axion Estí), ha sido considerada una de
las obras cumbres de la creación poética del siglo XX, uniendo el nombre de
Elytis al de otros grandes poetas como Kavafis o Seferis. Se ha considerado que
esta obra pertenece al segundo periodo poético de Elytis, junto a otro de sus
poemas más representativos Canto heroico y fúnebre por el subteniente
caído en Albania, periodo en el que indaga en el mundo exterior,
persiguiendo una conciencia ética que alivie del dolor, y buscando respuestas
que validen la confianza en el ser humano y que rechacen la barbarie de la
guerra. Elytis luego girará hacia el interior y a la sensualidad de su primera
época, hacia una visión que él mismo denominó “metafísica de la luz”.
Es digno
es un extenso poema en un tono salmódico. Postula una interpretación del mundo
bajo una nueva visión. A los elementos mitológicos une una propuesta étnica, la
que sirve para otorgarle un nuevo sentido al pueblo griego. Pretende el autor
intervenir en la realidad para, con mirada penetrante y palabra transformadora,
revelar la esencia de esa realidad observada. No sólo describe el mundo, sino
que aspira con su labor creadora a descubrir el misterio de la belleza que el
mundo encierra en sí.
El título de la obra recuerda elementos de la de la
Sagrada Liturgia de la tradición ortodoxa griega. Se dice que el arcángel
Gabriel escribió en una piedra del monte Atos Axion Estí (Es digno), en honor
de la Virgen. La obra se halla dividida en tres partes que recuerdan elementos
del Antiguo y Nuevo Testamento: Génesis, Pasión y Gloria.
La primera parte, El Génesis, consta de siete poemas que se identifican, en una u
otra medida, con los libros de la Biblia en su concepción y tono. Los temas son
múltiples. El nacimiento y la afirmación del poeta: “En el principio la luz Y
la hora primera / en que los labios en el barro aún / prueban las cosas del
mundo /… / El mar hermosísimo se tendió también en su sueño /…/ Solo allí me
enfrenté / al mundo / llorando amargamente.” El poeta siente que era “el de
muchos siglos atrás”, y asiste a la formación de la tierra, el mar, los demás
seres vivos… El conocimiento de sí mismo es otro de los motivos: “Y se
sobrecogió vehementemente mi corazón / era el primer crujido de la madera
dentro de mí.” Mas también se le presentan el vacío de la Muerte, el Sacrificio
y el Alma: “Y la Noche pensamiento malva / de una Luna antigua / serrada por la
nostalgia /…/ ocupó una parte de mi mismo.” Otro de los asuntos es el poeta y
la poesía frente a los otros. Así los otros son la condición de uno mismo: “son
los Otros / pero no es posible que sean Ellos sin Ti / pero no es posible que
seas Tú sin Ellos.” Tras reflejar el mundo en sus diversos aspectos así como la
relación con sus semejantes, concluye: “¡ESTE soy yo por tanto / y el mundo el
pequeño, el grande!”
La Pasión
constituye la segunda parte. La connotación con la crucifixión de Cristo es
evidente, pero ahora son los griegos los que padecen las calamidades de la
guerra. Se inicia con una referencia a su participación en los acontecimientos
bélicos: “En los Estrechos abrí mis manos /…/ En los Estrechos pondré de
centinelas a los céfiros /…/ ¡Destino de los inocentes, eres mi propio Destino!”
La lengua es una rica herencia recibida; la lengua sirve para la glorificación:
“¡Única preocupación, mi lengua, con las primeras palabras del Himno!”
En esta parte hay diversos tipos de composiciones.
Textos en prosa –que Elytis llama Lecturas– como La marcha hacia el frente: “Entonces, hundidos en las vaguadas,
reclinábamos la cabeza por el lado pesado, por el que no salen sueños.” También
composiciones con hemistiquios partidos: “El sol para volver * requiere gran
esfuerzo / Precisa que mil muertos * estén en las Ruedas / Y que seres vivos *
entreguen su sangre.” La montaña (Pindo,
Atos) es el origen y la memoria de su pueblo: “los pueblos levantan en sus
hombros las montañas / y se quema sobre ellos el recuerdo, / ¡zarza que no se
consume!” Así, a cantos en forma épica siguen otros líricos, y a descripciones
en prosa –aunque elaboradas poéticamente– metáforas casi de tono surrealista. El
poeta, en un medio hostil (el de la guerra), no encuentra su lugar; por ello,
“regresará para colocarse entre las bellas ruinas”, es decir, debe
retornar a la tradición, reivindicando
así un cierto helenismo.
A pesar de todo, la voz poética expresa como, a
pesar del sufrimiento, de verse desposeído, no puede quedarse huérfano de todo
gracias a su canto, a sus versos: “Quitadme mis entrañas, ¡he cantado! /
Quitadme el mar… / una muchacha / cuya alegría me hubiera bastado con sólo
tocarla /… ¡he cantado!” Y añade. “Gocé al besar el cuerpo virgen con mi boca.
/ Coloreé la piel del mar al soplar con mi boca. / Convertí en islas todas mis
ideas. / Exprimí un limón en mi conciencia” “Ahora recorro un país lejano y sin
arrugas. / Me acompañan ahora muchachas azules / y caballos de piedra /… /
AHORA y SIEMPRE y ES DIGNO.”
La tercera parte lleva por título El Gloria. Es la parte que confiere un
sentido totalizador a la obra, pues en ella se cantan las alabanzas de todo lo
creado. Aquí está el mundo personal del poeta, fundido con lo griego, mas ambos
trascendidos: “ALABADA SEA la luz y la primera
/ plegaria del hombre grabada en la piedra.” El mundo material y el
paisaje están convertidos en continuo símbolo. “ALABADA SEA la mesa de madera /
el vino rubio con el lunar del sol”; “ALABADO SEA el calor que encuba / piedras
hermosas bajo el puente.” Alaba las lágrimas espontáneas que salen de los ojos
de los niños o el balbuceo de los enamorados. Incluso, “ALABADA SEA la mano que
regresa / del horrendo crimen y ahora sabe / cuál es en verdad el mundo
superior / cuál el “ahora” y cuál el “siempre” del mundo.” Elytis va construyendo
en un paisaje de esencia metafísica un Paraíso donde poder cultivar
naturalmente los más dignos valores. “Ahora el movimiento de la nube de los
lepidópteros /… / Ahora la corteza de la Tierra /… / Ahora la incurable
languidez de la Luna.” Para concluir: “Ahora Ahora la nada / ¡y siempre el
mundo pequeño, el Grande!”
La variedad formal contribuye a gestar un poema de
compleja estructura. Rica técnica y rigurosa construcción se aúnan. En la
primera parte desaparece en buena medida la puntación y proliferan las
mayúsculas; en la segunda se mezclan prosa, verso, hemistiquios partidos; y la
tercera es una salmodia al modo de loa o alabanza, un canto ininterrumpido
donde se repite una y otra vez el “ALABADO SEA”. La integración de imágenes y
metáforas en el ritmo, la alternancia de lo elegiaco con lo hímnico, la
armonización de la forma y el sentido, de la ética y la belleza, de lo lírico
con lo épico, son algunos de los ejes sobre los que se vertebra una composición
que sintetiza las tradiciones culta y popular. El fondo de la composición es un
mundo mediterráneo (más bien cabría decir del Egeo), si bien que trascendido
pues la exaltación del mar, la luz, el viento, los olivos, el verano, los
montes, las muchachas… es la apuesta por un descubrimiento y una fundación, por
revelar a la par que construir un mundo de Belleza y Justicia, un Paraíso
buscado en las entrañas de la cultura griega, y que se geste a partir de sus
cualidades esenciales.
© Copyright Rafael González Serrano